En 2014, Red Barrels lanzó su ópera prima Outlast, la cual se convirtió en uno de los Survival Horror más conocidos de ese año. Algo que nos demuestra que la escena Indie ha conseguido darnos muchísimas alegrías a los fans del Survival Horror durante los últimos tiempos.
Outlast nos plantea una historia con una estructura simple pero efectiva. En nuestro terrorífico viaje controlaremos a Miles Upshur, un periodista de investigación independiente, quien llega al Manicomio del Monte Massive después de recibir un E-Mail. Durante años, en ese manicomio se realizaron experimentos de control mental MK Ultra con seres humanos, pero se cortó cualquier tipo de investigación interna y desde ese entonces nadie supo la verdad. Miles se dirige por su cuenta al manicomio, dispuesto a grabar con su cámara "el reportaje del siglo". Pero una vez allí descubrirá que sus pacientes siguen sueltos por el manicomio, dispuestos a atrapar y desmembrar a cualquier intruso que encuentren.
Uno de los aspectos más positivos de Outlast es la enorme sensación de indefensión que nos transmite. Miles no tiene ninguna experiencia en combate o en situaciones extremas. No es fuerte, y tampoco lleva ningún arma. Si queremos sobrevivir, tendremos que escondernos entre las sombras, intentar pasar desapercibidos, y salir corriendo a ocultarnos si las cosas se ponen muy feas.
Nuestra única herramienta será nuestra preciada cámara, con la que grabaremos todos los acontecimientos que sucedan dentro del manicomio, al estilo de la infravalorada El Proyecto de la Bruja de Blair, o la Española [REC].
A su vez, esta cámara también nos servirá para adentrarnos en zonas oscuras. Para ello, contaremos con un sistema de visión nocturna que nos permitirá ver en la oscuridad. Pero tendremos que ser prudentes para no abusar de ella, ya que dicha visión nocturna consumirá las pilas, (si, las pilas alcalinas de toda la vida) de nuestra cámara. A lo largo del escenario podremos encontrar más pilas, aunque estarán un tanto escondidas.
En este punto, donde Outlast muestra sus mejores armas. El manicomio del Monte Massive está repleto de detalles escabrosos y momentos que nos pondrán los pelos de punta. Es cierto que muchas veces hace uso del típico jumpscare donde algo te salta a la pantalla, o de algún efecto de sonido estridente. Aun así, Outlast consigue asustarnos mediante un soberbio uso de su ambientación. Juegos de iluminación, sombras que se proyectan en la lejanía, apagones repentinos. Elementos que se mantienen de forma holgada durante toda nuestra aventura. Y lo mejor es que no nos darán ningún tipo de respiro, ya que la brutalidad y las imágenes escabrosas nos acompañarán desde el primer momento de la aventura.
También hay que destacar su más que notable Banda Sonora. Cada vez que nos persiga un demente, la música será capaz de ponernos en tensión. A esto hay que añadir sus efectos de sonido, que nos harán sentir que siempre hay algo acechando detrás de cada esquina. Pero sin ningún lugar a dudas, lo mejor será escuchar los jadeos temblorosos de nuestro protagonista cada vez que nos escondamos de un loco. Es precisamente este pequeño detalle lo que hace que gane puntos de calidad.
Nuestro objetivo será avanzar por los pasillos del manicomio, mientras recogemos llaves para usarlas en una puerta que encontraremos más adelante. También podremos recoger documentos y grabar acontecimientos con nuestra cámara de vídeo, y apuntar notas con las que averiguaremos más detalles acerca de la historia.
Y aquí es donde asoman los aspectos más negativos de este título. En Outlast no vais a encontrar absolutamente nada de exploración, a parte de mirar una habitación que está al lado para ver si hay algún documento o alguna pila. Es prácticamente un trazo en línea recta. Y tampoco hay backtracking, (volver hacia atrás para re-visitar zonas ya exploradas), ya que muchas de las puertas se cierran a nuestro paso.
Ni siquiera nos toparemos con algún tipo de puzzle, porque recoger una llave y usarla más adelante, no se puede considerar un puzzle propiamente dicho.
Su protagonista, dista mucho de ser un personaje con carisma. Más que el héroe, los verdaderos protagonistas son los locos que habitan en el manicomio, cada uno con su propia historia personal. Algunos de ellos se volverán violentos y nos obligarán a salir corriendo, y otros murmurarán para si, se darán golpes contra la pared o llorarán acurrucados en un rincón. Cada vez que entremos en una nueva zona, nos toparemos con la presencia de una de esas criaturas, que nos harán poner los pelos como escarpias. Aunque el diseño de muchas de ellas quizás sea un tanto simple.
Otro de sus posibles defectos que encontramos es que Outlast reduce su dificultad de forma un tanto artificial. El echo de que muchos de los enemigos necesiten dos golpes en lugar de uno solo para vencernos, puede ser una buena decisión para que el juego no sea demasiado frustrante, pero a la vez hace que sea más sencillo de lo que debería, dándonos una especie sensación de seguridad que choca con la intenciones de este título.
También añadiré a su lista de defectos, sus molestos tiempos de carga. Pero no porque sean excesivamente largos, si no porque están mal situados, cortando en ocasiones, con la magnífica ambientación de este título.
Gráficamente Outlast luce en unos niveles muy altos. En la versión de consolas, Outlast puede presumir de mostrar una resolución a 1080p y 60 fps estables, además de estar casi a la altura de la versión PC. También hay que destacar los efectos de nuestra cámara de vídeo, usando el granulado típico de las cámara tipo Handycam, o incluso fallos de cámara que veremos más adelante en la aventura.
Está muy claro que Outlast no se convertirá en una obra maestra del Survival Horror, ni pasará a los anales de la historia de los videojuegos. Sin embargo es un juego con un nivel excelente, y que nos hará pasar un mal rato durante las 5 o 6 horas que dura este título. Si perdonáis su linealidad, y el hecho de que sea un juego con una dificultad un tanto sencilla por tal de no frustrar a los jugadores, encontraréis una experiencia más que aterradora que no olvidaréis en mucho tiempo.